FOCUS: La Bretaña, Historia de tierra y agua

Arquitectura tradicional, cultura popular, paisaje verde y azul océano... La Bretaña rebosa de maravillas que la convierten en una destinación privilegiada para disfrutar en una de las muchas villas a la orilla del mar. Entre eventos puntuales y patrimonio centenario, se focaliza sobre la región llamada Breizh.

Compuesta por los departamentos de Finisterre, la Costa de Amor, Morbihan, Ille-y-Vilaine, Breizh es la cuarta región turística de Francia. Sin lugar a dudas, una posición favorecida por sus 2.730 kilómetros de litoral de dunas, acantilados y playas. La península armoricana también representa 5% del territorio francés con poco más de 27.200 km cuadrados. Un espacio agradable para sus 3,4 millones de Bretones que viven en la costa o en el campo.

Si la Bretaña es históricamente famosa por su patrimonio celta, hoy en día lo es sobre todo por su modernidad y su economía estable. Desde siempre, los bretones han sabido tomar ventaja de una tierra fértil y próspera. Gracias a la agricultura, la industria agroalimentaria, la pesca, el  turismo y también a la construcción naval y de armamento, la Bretaña ocupa el tercer lugar en la clasificación francesa de las economías regionales.

Ya sea en el campo o en las grandes ciudades como Brest, Lorient, Quimper, Rennes, Saint-Brieuc, Saint-malo y Vannes, el clima oceánico y el variado paisaje hacen de esta región un lugar donde te gustaría vivir.

La Bretaña, construcciones de otro tiempo

Con el paso de los siglos, los hombres han dejado una huella que hoy contribuye a la magia y la belleza del lugar.

El patrimonio arqueológico de la Bretaña abunda en construcciones megalíticas. Desde el Cairn de Gavrinis (Morbihan) a las alineaciones de menhires de Carnac, pasando por el Menhir de Cam Louis (Finisterre), está lleno de unos 40 fantásticos lugares abiertos a los visitantes.

La gran península de Francia posee 61 faros actualmente en funcionamiento. Siete de ellos son hoy reconocidos como monumentos históricos. El Stiff, primer semáforo construido en la isla de Ouessant en 1695, y el antiguo faro de Penmarch, cuentan entre los más famosos.

En el Golfo de Morbihan, los molinos de mareas se distribuyen desde hace siglos a lo largo del litoral. Reclasificados actualmente como restaurantes o casas costeras, despiertan una curiosidad placentera en el ver bañado de sus compuertas al pie de los diques del litoral.

Tradicionales o modernas, las habitaciones son una de las muchas maravillas de la región. De las pequeñas casas de pescadores cerca de la playa, a las "Malouinières" en el campo de Saint-Malo, las construcciones bretonas, con sus paredes de granito y sus tejados de pizarra, contrastan con el paisaje. La era moderna y sus nuevos materiales han contribuido a completar un marco arquitectónico ecléctico, compuesto de "Longères" y otras casas de una época.

Bucear a lo largo de la costa bretona tiene un aroma de aventura, al descubrimiento de los  barcos hundidos que han marcado la historia. En efecto, más de 4.000 pecios duermen en estos fondos marinos. La mayoría datan del siglo XX y especialmente de la segunda guerra mundial, pero algunos podrían ser incluso mucho más antiguos.

Una ciudad, un buen motivo

Numerosas ciudades merecen ser visitadas. Carnac obviamente, goza de una reputación mundial por sus 3000 menhires de 6500 años de antigüedad, y sus 40 acres de emplazamientos arqueológicos. Siempre en el Morbihan, Vannes y Lorient viven su folklore y celebran respectivamente la Feste storiche di Bretagna (en julio) y el Festival Interceltique (en agosto).

En las Costas de Amor, Perros Guirec puede presumir de poseer una de las costas más bellas del país gracias a su costa de granito rosa que se erosiona lentamente desde hace casi 300.000 años. Otro valioso paisaje natural es Auray, pequeña ciudad en el Morbihan que ha sido premiada numerosas veces por su patrimonio natural e histórico, convirtiéndose en el 2007 un "Ville d' Art et Histoire".

Dinard, pueblo marítimo de Ille-et-Vilaine, cuenta entre los destinos vacacionales preferidos por los norteamericanos y los ingleses. Sin embargo, hoy en día es famosa por su Festival de Cine Británico. Un poco más al norte, Cancale hace la boca agua a los amantes de las ostras, y ofrece un panorama excepcional del Mont Saint-Michel.

No lejos de allí, Saint-Malo es el lugar privilegiado de encuentro de artistas de Francia y otros países. Entre el salón del libro "Etonnants Voyageurs" (en junio) y "Las Rutas del Rock" (en agosto), la ciudad se mueve y vibra de cultura. Siempre en Saint-malo y para finalizar, Brest, donde los deportes marítimos destacan con el imperdible comienzo de la Ruta del Ron (finales de octubre a Saint-Malo) y la no menos famosa etapa brestoise del Tour de Francia a vela.

Traducido por Noelia González Rodríguez - Meretdemeures.com.

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